Los procesos de producción puede ser variados y diferentes, ya que están íntimamente ligados a la metodología de trabajo que tenga el productor, teniendo en cuenta que todo proceso de producción responde también a cierta estructura que la rige, que puede ser generada desde el creador, a la que se somete, o bien que reproduzca un sistema preexistente el que adopta como metodología organizacional, o bien se lo apropia modificando algunos elementos para su conveniencia. No hay que olvidar tampoco que los procesos de producción tienen que ver la disciplina con la que se intenta generar diálogo.
Ahora bien, en esta ocasión nos centraremos en procesos de producción de una obra, netamente desde el quehacer artístico.
Podríamos detectar a grandes rasgos dos modelos que atañen a los procesos de producción, en los que encontramos; la construcción del proceso creativo, en el sentido previo a la corporalidad física de una obra y, la posterior a ésta, que tendría que ver con la producción misma de la obra en cuanto a manufactura. Es decir que, dentro de los procesos de producción se encuentra interiormente un proceso de creación para la posterior producción. En la primera fase estarían los aspectos de tipo conceptual y el segundo tendría que ver con los aspectos técnicos de tipo formal. De esta forma, existe un trabajo de problemáticas, conceptos e ideas a priori de la construcción física en sí, en donde incluso los aspectos técnicos de la misma, junto a las disciplina desde la que se trabajará formalmente, se van dilucidando en la medida que se avanza con este proceso, lo que surgirá de forma casi natural en respuesta a las necesidades conceptuales.
Pero, tampoco podemos ser tan estrictos, porque ese es un sistema de construcción de obra, distinguimos otro pero que funciona de manera contraria al anterior, es decir, su primer paso es ir al encuentro con la materialidad, sin importar las problemáticas conceptuales, sino que su proceso de producción resulta ser más pragmático en el sentido de ir directamente a lo técnico, la cosa plástica.
Por otro lado podemos detectar incluso y alejado de estas dos modos contrarios, otro que tiene relación con el carácter mismo que tiene el proceso en sí, es decir, el proceso de construcción de una obra se vuelve tan relevante como el producto mismo de éste, en donde es considerado el proceso como obra (la obra de arte como proceso). Trabajo de ciertos artistas enfocados a las experiencias en conjuntos sociales, con un carácter investigativo de cierta forma en los procesos de intercambio respecto la función del artista, su relación con el contexto y contextos específicos, produciendo cierta tensión entre los artistas y los habitantes del lugar.
Debido al último punto mencionado, es como nos acercamos al proceso de la desmaterialización del arte, en los que existe un abandono de los medios de producción tradicionales, en favor y dando paso al mundo de las ideas y conceptualizaciones.
El problema está en cómo vamos analizando estos modos de producción, en la medida que los mismos van cambiando, en el sentido que se nos agotan las posibilidades en cuanto a su producción en el sentido plástico, pero de esta misma forma se nos amplia el proceso de la creación en cuanto a los juegos teóricos que plantea y las problemáticas que aborda.
De esta forma encontramos a artistas en las que su problemática ya no tiene que ver con qué hacer, sino más bien qué se puede hacer con lo que hay. Considerando su contexto social, cultural…y también la historia del arte misma. Es decir, trabajan con lo dado, apropiándoselos, considerándose esto un hecho de post producción, en el sentido que ya no tratan de fabricar un objeto, sino que de forma contraria rescatan uno (preexistente) y lo modifican, para volver a hacerlos hablar pero desde su perspectiva y según sus intereses, en una especie de re-instalación.
De esta forma una obra de arte no se consideraría como resultado de un proceso de producción, en el sentido físico de construcción de una obra, si no que se consideraría como un contenedor de ideas, cruces y relaciones, en cuanto se produce este ejercicio de desplazamiento de una obra.
Si viajamos por la historia del arte, encontraremos como exponente en este caso a Marcel Duchamp, el que traslada la problemática del proceso creativo, enfatizándose no en la habilidad manual del artista para producir obra, sino, en el ojo del artista, que es capaz de encontrar en la cotidianeidad, objetos, los que descontextualiza para situarlos en el campo del arte, como obra, es así como su discurso se transforma, otorgándoles nuevos sentidos, significados, es así como su noción de producción estaría dada en seleccionar un objeto “x” y darle una nueva idea.
Luego de analizar los procesos de producción desde un sentido más práctico, ahora los veremos desde un punto de vista más teórico.
Según Peirce la producción de la obra empieza por una abducción, en donde se plantean problemas, se perciben cualidades de sentimientos, los que se intentan capturar, pensar y traducir, luego viene la deducción donde el artista comienza a darle forma a las cualidades anteriores, haciendo el desplazamiento hacia formas, objetos, esta proyección puede verse reflejada en bocetos, maquetas…este ejercicio permite esclarecer y precisar sus intenciones, las que son difusas en un comienzo. Para finalmente pasar a la inducción en donde el artista hará juicio sobre su obra, donde pondrá a prueba su valor, pero no en cuanto a una realidad externa, puesto que la obra es autorreferencial, sino y por ello en relación con ella misma.
El filósofo rescata tres categorías para dar cuenta la experiencia humana, las que son complementarias a lo anterior, y por lo mismo son aplicables a los procesos de producción, estas son; la primeridad que tiene que ver con la vida emocional, es decir con las posibilidades que tenemos en desde ese plano, las que transforma en segundidad que se refiere a la vida práctica, en este caso lo real, lo concreto, lo que tenemos, mediante la terceridad, la vida intelectual, cultural, social, es decir, el simbolismo. Es decir, que una obra de arte hace pasar la primeridad (una cualidad de sentimiento) a la terceridad (un signo). Sin dejar de mencionar que todas estas actividades y/o procesos nunca dejan de ser intervenidas por el elemento azaroso.
Para terminar sólo podríamos rescatar lo amplio, variado y desmenuzable que se nos vuelve la problemática de los procesos de producción y los mismos procesos intrínsecos de una obra, que van desde los intereses del artista, sus metodologías de trabajo o la ausencia de las mismas, la disciplina desde la que habla, o de forma contraria desde las ideas que tiene, sus sentimientos etc. Cada uno va encontrando sus propios caminos según lo que más se le acomoda, en la medida que va encontrándose y experienciando los procesos de producción de una obra.
Ahora bien, en esta ocasión nos centraremos en procesos de producción de una obra, netamente desde el quehacer artístico.
Podríamos detectar a grandes rasgos dos modelos que atañen a los procesos de producción, en los que encontramos; la construcción del proceso creativo, en el sentido previo a la corporalidad física de una obra y, la posterior a ésta, que tendría que ver con la producción misma de la obra en cuanto a manufactura. Es decir que, dentro de los procesos de producción se encuentra interiormente un proceso de creación para la posterior producción. En la primera fase estarían los aspectos de tipo conceptual y el segundo tendría que ver con los aspectos técnicos de tipo formal. De esta forma, existe un trabajo de problemáticas, conceptos e ideas a priori de la construcción física en sí, en donde incluso los aspectos técnicos de la misma, junto a las disciplina desde la que se trabajará formalmente, se van dilucidando en la medida que se avanza con este proceso, lo que surgirá de forma casi natural en respuesta a las necesidades conceptuales.
Pero, tampoco podemos ser tan estrictos, porque ese es un sistema de construcción de obra, distinguimos otro pero que funciona de manera contraria al anterior, es decir, su primer paso es ir al encuentro con la materialidad, sin importar las problemáticas conceptuales, sino que su proceso de producción resulta ser más pragmático en el sentido de ir directamente a lo técnico, la cosa plástica.
Por otro lado podemos detectar incluso y alejado de estas dos modos contrarios, otro que tiene relación con el carácter mismo que tiene el proceso en sí, es decir, el proceso de construcción de una obra se vuelve tan relevante como el producto mismo de éste, en donde es considerado el proceso como obra (la obra de arte como proceso). Trabajo de ciertos artistas enfocados a las experiencias en conjuntos sociales, con un carácter investigativo de cierta forma en los procesos de intercambio respecto la función del artista, su relación con el contexto y contextos específicos, produciendo cierta tensión entre los artistas y los habitantes del lugar.
Debido al último punto mencionado, es como nos acercamos al proceso de la desmaterialización del arte, en los que existe un abandono de los medios de producción tradicionales, en favor y dando paso al mundo de las ideas y conceptualizaciones.
El problema está en cómo vamos analizando estos modos de producción, en la medida que los mismos van cambiando, en el sentido que se nos agotan las posibilidades en cuanto a su producción en el sentido plástico, pero de esta misma forma se nos amplia el proceso de la creación en cuanto a los juegos teóricos que plantea y las problemáticas que aborda.
De esta forma encontramos a artistas en las que su problemática ya no tiene que ver con qué hacer, sino más bien qué se puede hacer con lo que hay. Considerando su contexto social, cultural…y también la historia del arte misma. Es decir, trabajan con lo dado, apropiándoselos, considerándose esto un hecho de post producción, en el sentido que ya no tratan de fabricar un objeto, sino que de forma contraria rescatan uno (preexistente) y lo modifican, para volver a hacerlos hablar pero desde su perspectiva y según sus intereses, en una especie de re-instalación.
De esta forma una obra de arte no se consideraría como resultado de un proceso de producción, en el sentido físico de construcción de una obra, si no que se consideraría como un contenedor de ideas, cruces y relaciones, en cuanto se produce este ejercicio de desplazamiento de una obra.
Si viajamos por la historia del arte, encontraremos como exponente en este caso a Marcel Duchamp, el que traslada la problemática del proceso creativo, enfatizándose no en la habilidad manual del artista para producir obra, sino, en el ojo del artista, que es capaz de encontrar en la cotidianeidad, objetos, los que descontextualiza para situarlos en el campo del arte, como obra, es así como su discurso se transforma, otorgándoles nuevos sentidos, significados, es así como su noción de producción estaría dada en seleccionar un objeto “x” y darle una nueva idea.
Luego de analizar los procesos de producción desde un sentido más práctico, ahora los veremos desde un punto de vista más teórico.
Según Peirce la producción de la obra empieza por una abducción, en donde se plantean problemas, se perciben cualidades de sentimientos, los que se intentan capturar, pensar y traducir, luego viene la deducción donde el artista comienza a darle forma a las cualidades anteriores, haciendo el desplazamiento hacia formas, objetos, esta proyección puede verse reflejada en bocetos, maquetas…este ejercicio permite esclarecer y precisar sus intenciones, las que son difusas en un comienzo. Para finalmente pasar a la inducción en donde el artista hará juicio sobre su obra, donde pondrá a prueba su valor, pero no en cuanto a una realidad externa, puesto que la obra es autorreferencial, sino y por ello en relación con ella misma.
El filósofo rescata tres categorías para dar cuenta la experiencia humana, las que son complementarias a lo anterior, y por lo mismo son aplicables a los procesos de producción, estas son; la primeridad que tiene que ver con la vida emocional, es decir con las posibilidades que tenemos en desde ese plano, las que transforma en segundidad que se refiere a la vida práctica, en este caso lo real, lo concreto, lo que tenemos, mediante la terceridad, la vida intelectual, cultural, social, es decir, el simbolismo. Es decir, que una obra de arte hace pasar la primeridad (una cualidad de sentimiento) a la terceridad (un signo). Sin dejar de mencionar que todas estas actividades y/o procesos nunca dejan de ser intervenidas por el elemento azaroso.
Para terminar sólo podríamos rescatar lo amplio, variado y desmenuzable que se nos vuelve la problemática de los procesos de producción y los mismos procesos intrínsecos de una obra, que van desde los intereses del artista, sus metodologías de trabajo o la ausencia de las mismas, la disciplina desde la que habla, o de forma contraria desde las ideas que tiene, sus sentimientos etc. Cada uno va encontrando sus propios caminos según lo que más se le acomoda, en la medida que va encontrándose y experienciando los procesos de producción de una obra.
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